Por fin. Hoy me levanté de mi ñañas que me teñían mal. Estuve en el centro, en pleno centro, de San Miguel de Tucumán y me encontré con ella: una bicicleta de afilador. Esta imagen me llevó en un flash a mi niñez, cuando mi vieja escuchaba a los lejos la corneta del afilador ofreciendo sus servicios y me pedía que saque del cajón de los cubiertos los cuchillos más usados que después ella entregaría a este personaje característico de las ciudades del interior. Sorpresas, que le dicen...
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