Hace unas semanas estuvo La Bersuit en Tucumán y después del laburo (en La Gaceta), alrededor de la 1.30 fuimos con unos compañeros. Me gustó la movida, me enganché, pero lo más extraño fue haber estado junto a mi hija Aimé, de 16 años, disfrutando.
Ya sé, recomiendan no postear sobre cuestiones personales porque a nadie le interesan, pero lo de esa noche estuvo bárbaro porque el rock es un camino que me une cada vez más a quien veo aún como una niña: Aimé.
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