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07 junio 2012

Vamos dibujando al periodismo


Mariano Moreno, con su Gazeta de Buenos Aires. Rodolfo Walsh. La noticia rebelde. Página/12. Robo para la Corona, de Verbistky. Día D, de Lanata. Punto Sur. Tres Puntos. La Maga. Las venas abiertas de América Latina, de Galeano. TXT, de Castello. El "Negro" Guerrero Marthineitz. Eduardo Aliverti. Badía. García Márquez. Tomás Eloy Martínez. Juan Gelman. Paco Urondo. Miguel Bonasso.

Cuando miro hacia atrás recuerdo cada uno de estos nombres y de algunas de sus obras que edificaron en mí un sueño y una vocación que luego transformaría en profesión, en mi razón de ser, en mi norte, o más bien, en mi sur.

Las creaciones de estos referentes del periodismo, algunas de las cuales llegaron a mi vida cuando aún me debatía entre dos o tres carreras, abrieron surcos en mi conciencia y en mi corazón. Tocaron fibras que
alejaron las circunstanciales confusiones y me depositaron en la profesión que se nutre de dos signos, los de preguntar: ¿?



















Recuerdo aún cuando me llamaron por primera vez "periodista". Fue en el Centro Cultural Virla, de la UNT, durante una charla de Juan Gelman con el público, en 1994. Fue el poeta y escritor tucumano Alejandro Gil, además amigo, quien me llamó de ese modo. "Preguntále algo. Vos sos el periodista, son ustedes los que deben hacerlo. Para eso están", me dijo. Como si hubiera visto en mí ese fuego que aún no alcanzaba a identificar pero que ya sentía. Por entonces, hacíamos un programa en Radio Universidad que se llamaba "La lupa mágica de la palabra", que jamás olvidaré.

De ahí en más todo fue pura construcción. Los cinco años de la licenciatura en Historia en la Facultad de Filosofía y Letras, de la UNT, fueron la llave que me permitiría zambullirme con relativa facilidad en el mundo de los medios. Así, hice radio, televisión, trabajé en diarios, revistas, en noticieros de canales de cable y aire. Produje y conducí programas en canales privados. Eso sí, en ningún lugar me sobró un peso. Igual, me di tiempo para hacer seminarios, cursos, cursitos y talleres que me ayudaron, vaya sino, a crecer. Calle, lectura y práctica, errores y escuchar consejos de los que más saben. Cinco claves que nunca descuidé.

Este día del periodista me encuentra de un modo diferente al de otros años, en donde estaba presto para los festejos. Trabajo en el diario La Gaceta, me especialicé en periodismo digital y amo lo que hago. Nuestra profesión/vocación atraviesa un momento intenso. Para algunos complicado, aunque yo prefiero señalarlo como rico, riquísimo. Se duda, y con razón, de nuestro verdadero compromiso. Durante años creímos que ser periodista era un servicio desinteresado a la sociedad. Mentira. No orinamos agua bendita. Detrás de cada uno hay una idea, un proyecto por defender. Para algunos tiene un profundo compromiso social, mientras que para otros es absolutamente personal: escribir de acuerdo a quien pague y cuánto. En el medio, hay de todo y está bien que así sea.

Reflexivo, esta es la palabra que me describe en este día, el de los trabajadores de prensa. "Vamos dibujando el camino...", dice un verso de una canción del grupo puertorriqueño Calle13. Y es lo que estamos haciendo, porque nuestra profesión es eso, construir y caminar hacia el horizonte, aunque a cada paso pareciera que se alejara un poco más, parafraseando al gran Galeano. Así, vamos dibujando nuestra propia utopía. El tiempo se encargará de devolvernos la imagen que edificamos.

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