Las clases virtuales parecen ser ahora el boom para la continuidad del proceso enseñanza/aprendizaje pero antes de entusiasmarse se deberían hacer algunas consideraciones que podrían partir de un mismo interrogante: ¿La virtualidad de las clases se puede realizar de igual modo que en tiempos de coronavirus COVID 19, cuando el encierro es obligatorio? Porque, convengamos, no es lo mismo la virtualidad elegida que la realizada porque no hay otra alternativa.
Desde que el Gobierno nacional dispuso la cuarentena las instituciones educativas públicas y privadas han puesto en marcha con gran entusiasmo a sus equipos a abrir más aulas virtuales y con más
recursos. Como contraparte, se ha incrementado la difusión del uso de estas.
La decisión se justifica por el brusco giro y aumento del consumo digital en estas últimas semanas debido al encierro. De acuerdo a un informe de Enrique Carrier, experto en telecomunicaciones y consultor, desde que comenzó la cuarentena y hasta el 21 de marzo, el tráfico de la red móvil y fija que informó Telecom (incluye Fibertel, Arnet, Personal) fue similar al tráfico de un fin de semana con lluvia, con una variación del 8 % para los servicios móviles y de una variación de +27 % para los consumos de datos fijos.
Detalla el informe que el uso de WhatsApp creció un 62 % pero con picos de 120 %. El punto más alto fue de 180 % cuando el presidente Alberto Fernández anunció la cuarentena obligatoria.
En el caso de la red fija de Claro, el aumento del tráfico fue del 38 %; un 14 % para la red móvil, mientras que fue del 6 % para el tráfico de voz, de acuerdo a los datos que dio a conocer Carrier.
Otros datos sobre los cambios de hábitos, de acuerdo a la Cámara Argentina de Internet (Cabase):
La mayor práctica de home office aumentó el consumo de aplicaciones de video conferencia en el orden del 230 %. La modalidad de tráfico remoto también intensificó el tráfico de las VPNs (red privada virtual) al 35 %.
En el caso de Skype, tres días después de la cuarentena su uso creció un 650 %, mientras que Webex y Zoom crecieron un 430%.
El consumo en gaming (juegos) creció un 100% en relación a un día normal, sobre todo los juegos de PlayStation y Blizzar. Y sobre el consumo de series y películas, vía Flow, Neflix o YouTube, el comportamiento fue similar al de un fin de semana de lluvia, con un crecimiento del 20%.
Con estos datos parecería que la cuarentena se hace más llevadera y que sólo se trataría de un gran paréntesis en las rutinas habituales. Pero no. Porque así como se incrementó el tráfico en internet, si se pone la lupa se observan algunos detalles.
Un estudio realizado por Canal Sondeo y Havas Media Group España, país en donde la pandemia ha golpeado con más dureza, revela que el nivel de preocupación a causa de esta situación se sitúa en un 7,6 sobre 10, y es ligeramente mayor en las mujeres (7,9 vs 7,3) y aumenta con la edad.
Y aquí aparece un sentimiento revelador con mucha presencia en internet: la angustia. En este nuevo clima de diálogo digital que muta y se reconfigura al mismo ritmo que avanza el coronavirus, sobre un análisis de 43 millones publicaciones e interacciones, se advierte una aceleración sin precedentes del sentimiento de angustia, señaló la consultora Scidata Argentina.
De acuerdo a esta consultora, las publicaciones con ese sentimiento pasaron de ser del orden del 0,18 % en febrero al 50 % de todas las menciones con sentimiento negativo detectados en el análisis. En paralelo, los sentimientos de miedo y tristeza, por ahora, aparecen más relegados.
Frente a estos datos, cabe volver a la misma pregunta ¿La virtualidad de las clases se puede realizar de igual modo que en tiempos de coronavirus COVID 19, cuando el encierro es obligatorio? Deberá replantearse, seguro, y será una tarea para los expertos.
Hoy más que nunca están presentes en nuestras vidas la angustia, la ansiedad, el estrés y eso se refleja en los consumos digitales. En este nuevo escenario, las clases virtuales no deberían sumar nuevas preocupaciones y garantizar que ese trayecto sea lo más ameno posible, breve, simple, directo y sin presiones.
Foto: tomada de Getty Images
Desde que el Gobierno nacional dispuso la cuarentena las instituciones educativas públicas y privadas han puesto en marcha con gran entusiasmo a sus equipos a abrir más aulas virtuales y con más
recursos. Como contraparte, se ha incrementado la difusión del uso de estas.
La decisión se justifica por el brusco giro y aumento del consumo digital en estas últimas semanas debido al encierro. De acuerdo a un informe de Enrique Carrier, experto en telecomunicaciones y consultor, desde que comenzó la cuarentena y hasta el 21 de marzo, el tráfico de la red móvil y fija que informó Telecom (incluye Fibertel, Arnet, Personal) fue similar al tráfico de un fin de semana con lluvia, con una variación del 8 % para los servicios móviles y de una variación de +27 % para los consumos de datos fijos.
Detalla el informe que el uso de WhatsApp creció un 62 % pero con picos de 120 %. El punto más alto fue de 180 % cuando el presidente Alberto Fernández anunció la cuarentena obligatoria.
En el caso de la red fija de Claro, el aumento del tráfico fue del 38 %; un 14 % para la red móvil, mientras que fue del 6 % para el tráfico de voz, de acuerdo a los datos que dio a conocer Carrier.
Otros datos sobre los cambios de hábitos, de acuerdo a la Cámara Argentina de Internet (Cabase):
La mayor práctica de home office aumentó el consumo de aplicaciones de video conferencia en el orden del 230 %. La modalidad de tráfico remoto también intensificó el tráfico de las VPNs (red privada virtual) al 35 %.
En el caso de Skype, tres días después de la cuarentena su uso creció un 650 %, mientras que Webex y Zoom crecieron un 430%.
El consumo en gaming (juegos) creció un 100% en relación a un día normal, sobre todo los juegos de PlayStation y Blizzar. Y sobre el consumo de series y películas, vía Flow, Neflix o YouTube, el comportamiento fue similar al de un fin de semana de lluvia, con un crecimiento del 20%.
Con estos datos parecería que la cuarentena se hace más llevadera y que sólo se trataría de un gran paréntesis en las rutinas habituales. Pero no. Porque así como se incrementó el tráfico en internet, si se pone la lupa se observan algunos detalles.
Un estudio realizado por Canal Sondeo y Havas Media Group España, país en donde la pandemia ha golpeado con más dureza, revela que el nivel de preocupación a causa de esta situación se sitúa en un 7,6 sobre 10, y es ligeramente mayor en las mujeres (7,9 vs 7,3) y aumenta con la edad.
Y aquí aparece un sentimiento revelador con mucha presencia en internet: la angustia. En este nuevo clima de diálogo digital que muta y se reconfigura al mismo ritmo que avanza el coronavirus, sobre un análisis de 43 millones publicaciones e interacciones, se advierte una aceleración sin precedentes del sentimiento de angustia, señaló la consultora Scidata Argentina.
De acuerdo a esta consultora, las publicaciones con ese sentimiento pasaron de ser del orden del 0,18 % en febrero al 50 % de todas las menciones con sentimiento negativo detectados en el análisis. En paralelo, los sentimientos de miedo y tristeza, por ahora, aparecen más relegados.
Frente a estos datos, cabe volver a la misma pregunta ¿La virtualidad de las clases se puede realizar de igual modo que en tiempos de coronavirus COVID 19, cuando el encierro es obligatorio? Deberá replantearse, seguro, y será una tarea para los expertos.
Hoy más que nunca están presentes en nuestras vidas la angustia, la ansiedad, el estrés y eso se refleja en los consumos digitales. En este nuevo escenario, las clases virtuales no deberían sumar nuevas preocupaciones y garantizar que ese trayecto sea lo más ameno posible, breve, simple, directo y sin presiones.
Foto: tomada de Getty Images
Muy buen aporte para un tema tan actual.Como docente y especialista en nuevas tecnologías, me preocupa la banalización pedagógica de la integración de las tecnologías. Este tiempo vino a develar muchas carencias sobre el tema. Aún cuando reconozco el trabajo valiosísimo de muchos colegas docentes tucumanos, creo que hay cuestiones de fondo en relación on las prácticas docentes que merecen mayor atención. Coincido totalmente en que las nuevas tecnologías tienen que estar al servicio de un proyecto colectivo y solidario en estos momentos en educación. Saludos.
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