Fredy Rojas fue asesinado por guardaespaldas del genocida y condenado Antonio Bussi, durante un acto en Tafí Viejo. Hace 23 años formó parte de una columna de manifestantes que se oponía a la candidatura a gobernador del torturador, libre por las leyes de Obediencia Debida y Punto Final.
Ese día, esa noche, Fredy recibió un disparo en la cabeza cuando los guardaespaldas de Bussi abrieron fuego, luego de -previamente- arrojar baterías para disimular el sonido de los balazos. Los proyectiles fueron dirigidos hacia la columna de un centenar de militantes que avanzaban hacia un palco en el que iba a hablar Bussi, que finalmente no lo hizo. Fredy moriría tres meses más tarde, luego de una larga agonía.
Junto con este joven militante, otros dos jóvenes también fueron heridos, aunque en las piernas. Se abrió una causa judicial que durmió en Tribunales y al crecer Bussi, hasta convertirse en gobernador tucumano, elegido en las urnas, la clase política -al menos de los partidos mayoritarios- se olvidó del caso. La causa ya está archivada. El asesinato de Fredy sigue impune.
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