10 septiembre 2013

Tucumán, "jardín de la picana"

Un hombre camina por una calle a oscuras durante una lluviosa noche. Hace frío. Lleva las manos en los bolsillos de su piloto y apura el paso. Mira una, dos y hasta tres veces hacia atrás, mientras se apura aún más. La gélida y humeda noche muestra el vapor de su agitada respiración a contraluz.

Alguien lo ve desde una esquina y sale a su encuentro, desde atrás. Lo sigue y está cada vez más cerca. Cuando ambos están a punto de doblar en una esquina, el hombre que sigue a quien tiene las manos en los bolsillos le da la voz de ¡alto! Lejos de detenerse, el primero se apresura y cuando se prepara para correr, siente en su espalda un ardor casi insoportable que lo atraviesa. Se siente caer, no puede manejar su cuerpo. Es lo último que recordará.

Más tarde se sabrá que alguien falleció en la calle tras haber recibido la descarga de una pistola eléctrica. Un policía lo vio en una actitud que supuso sospechosa, lo siguió y como no se detuvo, le disparó. 400 voltios
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