24 noviembre 2011

Murió Bussi, el genocida se llevó a la tumba sus secretos


Murió Antonio Bussi. El mandamás en Tucumán durante la última dictadura y electo con el voto popular como gobernador, también en esta provincia, entre 1995 y 1999, se llevó a la tumba los nombres y los lugares en donde fueron arrojados los cuerpos de cientos de desaparecidos. Hallado culpable de crímenes de lesa humanidad, durante un juicio histórico defendió su sangriento accionar durante la dictadura. No se arrepintió de nada, o sea, hubiera vuelto a torturar y a matar si, a su juicio, hubiera sido necesario. Una locura. Más que eso, un genocida.

De mirada fría, en una ocasión y ya siendo gobernador, tuve la oportunidad de preguntarle qué opinaba sobre el juicio que se estaba llevando a cabo en Francia contra "el ángel de la muerte" Alfredo Astiz, por la desaparición de monjas de esa nacionalidad. La pregunta fue hecha en medio de una catarata de consultas sobre obras públicas, durante una visita a Tafí Viejo, mi ciudad. Preguntas de rigor.

Al escucharla, mientras recorría el edificio, se detuvo, miró hacia atrás, logró ubicarme, me miró a los ojos -debo admitir que intimidaba- y dijo, seco, que no iba a responder sobre esa desubicada consulta. En menos de  30 segundos, a mi lado ya se habían parado dos "monos" guardaespaldas que me invitaron "gentilmente" a no realizar consultas de ese tipo. Tozudo, traté de meter otra consulta pero ya era tarde, de un salto había ingresado al auto oficial que lo devolvería a la Casa de Gobierno tucumana.

Se murió Bussi, y se llevó sus secretos a la tumba. Un traidor a su uniforme hasta los últimos minutos de vida, que no descansará en paz. 





1 comentario:

Josefina dijo...

Es verdad se llevo a la tumba sus secretos:

Cuando llegamos a la Justicia en 1983, ya habíamos recorrido un camino largo y doloroso, lo que permitió afirmar y demostrar que los “desaparecidos” se encontraban físicamente en algún lugar de nuestra provincia; que los “desaparecidos” habían estado cautivos en lugares clandestinos; que los “desaparecidos” habían dejado huellas visibles y emocionales como mojones resplandecientes que fueron guiándonos hasta la reconstrucción del circuito del horror. Gracias al trabajo permanente, metódico y científico determinamos la identidad de muchas víctimas dentro de los CCD; así es, la identidad de muchos “desaparecidos”. Esa identidad siempre fue conocida nadie debe decirnos cuales son sus nombres. Por el trabajo de profesionales de la UNT hemos recuperado algunos restos óseos dentro del Pozo de Vargas, y éstos han comenzado a “decirnos” muchas cosas como: que fueron asesinados, cómo estaban vestidos, cómo los arrojaron…..comenzaron a identificarse.
No fueron en vano estos ya casi 10 años de investigacion.
LA JUSTICIA ES LENTA y los genocidas se ven beneficiados por el punto final Biologico.
Pero ya nuestros familiares hacen su propia historia.
POR MEMORIA -VERDAD Y JUSTICIA

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