Asistimos a un momento de cambio en la historia de nuestro país. Casi un parto, por los dolores y todo el esfuerzo que hay que hacer para ver lo nuevo. Estas elecciones presidenciales, sin embargo, pintan para ser las más tranquilas y previsibles de los últimos años. Obvio, todo indica que ganará Cristina Fernández de Kirchner, abriendo las puertas hacia una nueva etapa. Bueno, es lo que pretendemos quienes desde el silencio creemos que otro país es posible.
Esto me hizo acordar a un texto de José Pablo Feinmann, publicado el año pasado en Página/12. En uno de sus pasajes dice:
"Uno dice 'Cámpora' y piensa en la primavera. Muy pocos pueden convocar algo tan florido, la mejor estación del año, los pibes en los parques, los pájaros y el amor a todo trapo. Porque la Primavera de Praga es de Praga, pero no es de ningún tipo. En cambio, la Primavera Camporista es de Cámpora, lleva su nombre. ¿Qué es políticamente una primavera? Es un raro momento de la Historia en que creemos que en el futuro espera la felicidad, tal como la sentimos en el presente y aún mejor. Un momento en que la Historia parece, para siempre, nuestra. Tan nuestra que nadie nos la podrá quitar. Durante la Primavera tenemos una visión lineal de la Historia: la Historia avanza, incontenible, en la dirección de nuestros deseos. Más aún: la Historia existe para que, en ella, se realicen nuestros sueños. Eso fue la Primavera Camporista".
Texto completo: La hora de Cámpora
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