Hay fotos que indignan y que disparan malestares, que no dejan dormir, que despiertan bronca y, sobre todo, que irritan. Y como si con esto no bastara, hay frases que generan una mayor repulsión. "La Iglesia no tiene que pedir disculpas", disparó sin ponerse colorado el obispo de Tucumán Alfredo Zecca, ante un auditorio colmado de políticos tucumanos, al referirse a la complicidad probada de la iglesia argentina con la última dictadura militar. Sobran los ejemplos y él lo sabe.
El viernes 11 de mayo, Zecca recibió en una dependencia del obispado tucumano a concejales, legisladores,
funcionarios del Poder Ejecutivo provincial y referentes de distintos partidos políticos. En esa ocasión, el ex legislador Gumersindo Parajón se atrevió a pedir que la iglesia no calle ante situaciones de injusticia, como lo hizo durante la última dictadura. Zecca reaccionó y devolvió el mandoble con un: "ahora quieren que pidamos perdón hasta por la Evangelización..." Simple y claro, transparente. No hay excusas para quienes se sentaron y besaron su anillo (en sentido figurado, por cierto). Zecca forma parte del sector más duro de la iglesia argentina. Tanto, que de un plumazo transformó en progresista a su predecesor, Luis Villalba.
El encuentro, bajo la excusa de la preocupación por la pobreza, dejó entrever a los pocos minutos de qué se trataba: bajar línea sobre la postura de la iglesia ante el aborto, en abierta confrontación con el fallo de la Corte Suprema de Justicia. Así, el obispo -otrora amo y señor en la Universidad Católica Argentina [el Schoklender de Bergoglio]- dejó en claro que hará lobby, cueste lo que cueste, para que en Tucumán no se aplique la decisión del Máximo Tribunal de Justicia. "Bajo ningún aspecto vamos a aceptar que se avale el aborto", les dijo a los políticos que prestaron sus oídos e hicieron silencio, por convicción, oportunismo, doble moral o caretas. Igual, estuvieron para la foto y eso es lo que cuenta. Dieron lástima.
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