20 junio 2017

Tomando distancia de la liturgia peronista: Cristina, discurso y nuevo estilo


El acto en la cancha de Arsenal de Sarandí que tuvo como única y excluyente protagonista a Cristina Fernández de Kirchner será recordado como el día en el que ella rompió con la militante que hacía gala de sus condiciones de oradora.

Tras el "que se vayan todos" del 2001, Néstor Kirchner y Cristina Fernández recuperaron con sus estilos, discursos y modos la función de la política. Los actos que los tuvieron como sus principales oradores fueron "mises en escena" que no le esquivaron a las consignas, los cantos y la tradicional liturgia peronista. Es más, la recuperaron y alinearon a su gusto. Mucha Evita, poco Perón.

Los mensajes eran clarísimos y eso se reflejó en los escenarios. Hacia un lado, todos los gobernadores, bien ordenados y sentados; hacia el otro, los funcionarios, también en fila. Luego, durante los discursos, la bajada de línea, para los de arriba y para los de abajo. Y como la economía crecía y las elecciones se ganaban, el modelo funcionó y se repitió y repitió.

Mientras tanto, las tecnologías de la comunicación cambiaron los hábitos de consumo de medios y, por lo tanto, la comunicación política también acusó recibo de esa irrupción. Quien mejor entendió
estos cambios fue el PRO, que le imprimió su sello a la alianza Cambiemos. También se explica, desde aquí, entre otras razones, el triunfo que sentaría a Macri en la Casa Rosada.

Los vaivenes de la política y sus marchas y contramarchas han puesto a la ex Presidenta otra vez en el centro de la escena, en la recta final hacia el cierre de las listas para las elecciones legislativas de octubre. Y nada fue casual en su reaparición en el acto para presentar su Frente Ciudadano.

Podría haber sido en un estadio, más cómodo, si se quiere, pero se eligió a Arsenal, de Sarandí, precisamente porque luce como una cancha. Más popular, casi de barrio, como la de cualquier barrio que tiene un equipo que alguna vez coqueteó con la gloria de algún ascenso. A su alrededor, casas de barrio, lo que precisamente mostraron los canales de televisión.

Antes de que ingrese a la colmada cancha se hicieron evidentes algunos cambios en la estrategia de comunicación política que puso en marcha el equipo de Cristina Fernández (que tiene entre sus miembros al incombustible "Pepe" Albistur). Nada de bombos, sólo banderas y ni una imagen de un choripán. Tampoco, nada de gigantografías con rostros caros a la liturgia peronista. Ni siquiera de Néstor.

Cristina, vestida con un estilo casual, caminó por una pasarela hasta el centro del escenario, dispuesto como town meeting hall (en el medio, rodeado por los asistentes). Adoptado por el macrismo, esta puesta en escena se remonta a las campañas de Bill Clinton. Los referentes políticos, allá lejos, en una tribuna. Ella, cerca de la gente.

Como quien arroja lastre desde un globo para cobrar altura, la ex Presidenta cambió su eje discursivo. No le habló a la militancia ni al universo político, dirigió sus palabras al ciudadano, a ese argentino siempre difícil de definir pero que es capaz de generar microclimas que tienen mucho para sumar o restar en una elección. También rompió con las otrora extensas reflexiones y afirmaciones por algo más concreto. De principio hasta su fin, el acto fue de 45 minutos. Rápido y a la casa.

Algunas frases: Los convoco a la unidad. No hay ningún argentino que no tenga un amigo o pariente con problemas de trabajo. Vengo ahora a sumarme como una más, a poner el cuerpo, la cabeza y el corazón. Los telegramas de despidos no son para los de un partido o de otro, no, vienen con nombres y apellidos de hombres y mujeres de carne y hueso. La gente tenía la vida organizada, nos han venido a desorganizar". 

Estas son sólo algunas. Sin apelaciones partidarias ni bajada de línea. Llana, directa y sin agresiones. Para reforzar su discurso, hizo subir al escenario a personas de carne y hueso en donde impactó el ajuste y la crisis. Las llamó de a una, por sus nombres, sin apellidos: trabajador@s, científic@s, docentes, estudiantes, personas que perdieron su pensión por discapacidad, una directora de escuela y productores de hortalizas de origen boliviano, entre otros.



No caben dudas. Cristina adoptó la apelación a las emociones como estilo de comunicación en un intento por llegar a las nuevas audiencias. Mucho presente y futuro. Sus asesores estuvieron atentos a los cambios culturales de la última década e hicieron propios los modos que hace ya un largo tiempo abrazó el macrismo. La ex Presidenta tiene pasado, de sobra, y se verá si es capaz de sostener este nuevo modo de relacionarse, más afin a las tecnologías y a las redes sociales. Lo que es seguro, es que se trata de algo novedoso para alguien de profunda identificación peronista, más no justicialista.

La presencia de Cristina Fernández en la política argentina y lo que genera podrían sintetizarse en los versos de una canción de Charly García: "Te amo, te odio, dame más". Desapercibida, nunca. Al menos por ahora.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Cristina sabia la historia de cada uno de los ciudadanos que la acompañaron, condujo (como nadie) esa hora de encuentro, puntual y estratégicamente organizada. Políticamente correcta.

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