Prosperidad, trabajo, paz y amor. Estos son los pedidos a la Pachamama durante la celebración del Martes de Chaya de Carnaval, una antigua tradición heredada de los pueblos originarios que sobrevive y goza de buena salud en numerosos rincones del norte argentino, puro olor a albahaca.
Desde hace 15 años la Plaza Chica de Tilcara es el lugar en donde un puñado de músicos realiza su propia chaya de instrumentos. La idea nació de la mano de los artistas Saturnino "Tukuta"
Gordillo, que vive frente a la placita; el ya fallecido Miguel Llave, la cantora tucumana Adriana Tula y el guitarrista Peter Wurschmidt, también tucumano, entre otros. Pero también había entre ellos un enamorado de Tilcara que llegó allí en los 80 y construyó su casa. Con los años se convertiría en el silencioso mecenas de este encuentro: el gremialista Carlos West Ocampo, "Carlín" para los de más confianza.
Las primeras chayas fueron bajo los cebiles de la plaza y poco a poco fue creciendo el interés de los músicos. El boca a boca fue fundamental. La noticia de que allí se realizaba una cálida juntada, que se armaban conciertos inolvidables con asistentes que escuchaban en silencio y hasta se prendían con bailar, se extendió de punta a punta de la Quebrada y más allá. Todos querían y quieren estar. Hasta que un día no alcanzaron las sombras de los árboles.
Por esa razón, "Carlín" ofreció a ser el proveedor de corderos para asar en un extremo de la placita y garantizar un equipo de sonido para que los músicos, los vecinos y turistas pudieran disfrutar. Todos pueden servirse una porción con unas mínimas condiciones: llevar sus cubiertos, lo que se va a tomar y que sea para compartir. Este año se realizó otra vez el tradicional encuentro en un clima ideal. Tilcara se encuentra a 2.500 metros sobre el nivel del mar, su clima es seco y hay que protegerse del sol que esta vez no faltó a la cita. Hacia ambos lados se observan montañas en distintos tonos de cepia, incomensurables, eternas.
El homenaje imprescindible
A la juntada musical se le sumó un homenaje a la Pachamama. Como todos los años, Tukuta arrancó con unas palabras, agradeció, pidió a la Madre Tierra y destacó el valor que tiene el Martes de Chaya. "Los medios de comunicación nacionales muestran a todo el país lo que pasa si un semáforo no funciona en Puerto Madero pero ningunea y desconoce lo que está sucediendo ahora aquí, por donde está pasando parte de nuestra historia y que hunde sus raíces en nuestros antiguos. Cuidemos la Tierra que nos pertenece a todos", clamó con una voz que parecía salir desde lo más profundo de su ancho pecho coya.
Este año también se le sumó la voz de Rita Segatto, su conocida compañera, referente de la reivindicación de los derechos de las mujeres. Recuerda West Ocampo, "todo comenzó chuquitito por las ganas de juntarnos nomás y cuando nos dimos cuenta ya había crecido, es hermoso lo que pasó y pasa todos los años". Unos minutos antes hizo sus ofrendas junto a la cantante Adriana Tula.
Después, en parejas, envueltos en aromas de inciensos, se hicieron las ofrendas con agua, vino, coca, frutos y cerveza, mientras algunas ancianas guiaban sobre cómo debía hacerse el ritual. Siempre de a dos, sin sombrero o gorra, con dos manos y en silencio. Mientras esto se realizaba, a unos metros se armó la cola para retirar las porciones de los veinte corderos que se asaron desde temprano, mientras se escuchaban grabaciones de bailecitos, carnavalitos, zambas y chacareras.
Tras saludarnos con el cariño de siempre Peter me dijo "Davido (así me llama siempre), desde este año vos te sentarás en la mesa principal con nosotros y eso te obligará a venir sí o sí cada febrero". Cómo si hiciera falta. Me sonrió, nos abrazamos y unos minutos más tarde ya estaba disfrutando del cordero, las ensaladas criollas, papines y un locoto bien condimentado.
El canto compartido
A eso de la dos de tarde las parrillas se vaciaron y Gordillo tomó el micrófono para anunciar que se abría el equipo de sonido para los cantores y cantoras. Presentó entonces a Adriana Tula y Peter Wurschmidt. "Se emponchan de grises nieblas / los verdes cañaverales / y caminan los caminos / con su escolta de azahares. / Zamba de la luna llena / baila la noche en las calles / con su pañuelo de esquinas / y su ademán de saudades". Cantó Adriana "Zamba de la luna llena" de Atahualpa Yupanqui y todos y todas entramos en clima.
Dos temas más y cerró con "María, María", de Fernando Brand y Milton Nascimento, en homenaje a Lucía, la niña tucumana de 11 años abusada por su padrastro, a la que se le practicó un aborto. Después, las lagrimas se hicieron incontenibles con "La ronda de la sola", de Jorge Bocanera y Pancho Cabral, que cuenta la historia de Olga Aredez, viuda de un intendente de la ciudad de Ledesma, desaparecido durante la última dictadura militar. Tremendo momento.
"Las cuerdas de mi guitarra lloraban / presintiendo tu partida / y en el callejón de Malka lloré / sabiendo que no volverías". Así cantó Tukuta "Zamba para un adiós enTilcara", tras haber interpretado "Bollerita de Tilcara", una zamba que le pertenece. Silencio y aplausos, muchos. Mientras tanto, Rita Segatto era reclamada en todas las mesas y en especial por los y las jóvenes para selfies personales y en grupo. Amable, accedió a cada pedido.
Silvia, Melania y el Coya
También se sumó la voz de Silvia Barrios, ceramista, artista plástica, investigadora y recopiladora de coplas casi perdidas entre las quebradas. Después, fue el turno de alguien que estaba escondida entre las mesas. Es una de las voces más cálidas y exquisitas de la música de raíz folclórica que integró en las décadas del 60 y 70 un mítico grupo de mujeres que marcó un rumbo: Las voces blancas. Melania Pérez, salteña, generó un momento maravilloso con dos canciones y cerró con "Lavanderas de Río Chico", del Cuchi Leguizamón.
"Bajo el puente hay un rumor, / y un humo de poleo / perfuma el aire y el cielo. / La pava bulle feliz / y a la espera de los mates / interrumpen su trajín. (Estribillo) Lavandera, quiero cantarte con mi guitarra, / entregar mi voz / a tu limpio corazón. / Déjame llevar tu ropa / del Río Chico hasta la zamba / donde vivimos los dos".
Hubo pedido de bis y como Melania anunció un tema de don Jaime Torres, en dos segundos se sumó el charanguista Rodolfo "Coya" Ruiz, nacido y criado en Tilcara, discípulo de don Jaime, cuya inocultable influencia no niega, al contrario, se hace cargo y la hace volar con sus inigualables acordes. Fueron minutos de fiesta.
Tukuta destacó que el Coya aún siendo una ineludible referencia mundial del charango, no ha perdido la sencillez de su niñez tilcareña. Contó que lo vio actuar en escenarios extranjeros y también vio al público ponerse de pie para aplaudirlo. Un emocionado Ruiz tomó el micrófono, agradeció y regaló varios temas que despertaron la admiración de quienes lo escuchamos por primera vez en vivo. Conmovedor.
Tomás, José y Fava al atardecer
Entre los presentes un tucumano fue requerido para fotos, mientras algunos artistas se acercaron para saludarlo al la primera vez que participaba de este encuentro. Era Rubén Cruz, poeta, cantante, compositor y autor de varios temas que ya forman parte del cancionero popular argentino.
Acompañado por Peter interpretó la zamba "Regreso del viejo amor" y la chacarera "Agapo" cuya melodía le pertenece y la letra es del taficeño Osvaldo Costello. "Agapo perdió su caja un lunes de carnaval, / ojalita que la encuentra para que pueda cantar..."
Le siguió el inigualable Tomás Lipán, de Purmamarca, con el que todos y todas bailaron ya casi en el atardecer, entre papel picado y talco. Todo se calmó por unos minutos cuando fue el turno de José Simón, de Humahuaca pero afincado en San Salvador de Jujuy, que puso primera cantando La Espejeada: "Imillita de la Puna / con piel de luna cerrada / abrazáme a tus coplitas / abrigáme en tus miradas". Ahí nomás le entró a Jallalla, Jujeñita y Olvídate, entre otros temas. Estuvo acompañado por el charanguista Juan Cruz Torres, hijo de Jaime, el del charango. José es uno de esos cantores que contagia y entusiasma con su potente, limpia voz y ese inexplicable ángel que es fundamental para transmitir emociones. Fiesta.
Antes de terminar se sumó el también jujeño Fava Kindgard y entre ambos interpretaron Jujeñita, un hermoso tema para bailar. Fava impresiona con sus dos metros de altura. Apenas comienza a cantar se nota fuerte que también es así de grande por dentro. Interpretó La vida es ya, Almar, creado junto a Pachi Alderete, y Chacarera para los sueños, nacida de juntadas con Silvio Flores y Alejandro Carabajal. Kindgard forma parte de una nueva camada de artistas esenciales que son la correa de transmisión que llega hasta los jóvenes para que se conozca el canto de los antiguos y los grandes autores populares de los años 80 y 90.
Un dulce y amoroso momento se vivió cuando despacito se acercó al micrófono Mariel Cerezo, quien fue compañera de José María "Coya" Mercado, docente y folclorista, creador de temas imprescindibles del cancionero popular argentino como Soy de la puna, El Aguilareño, Linda purmamarqueñita, Clavelito tilcareño, que narran las vidas de los hombres y las mujeres del norte argentino, en especial, de Jujuy. Mariel cantó en su homenaje y todos cantamos junto a ella.
Becho, desde El Carmen
No quiso faltar tampoco a la fiesta chayera el Becho Riveiro, nacido en El Carmen, que en 2012 se hizo conocido al formar parte de la banda de Bruno Arias, en donde hacía la segunda voz. Desde ese momento no paró de crecer hasta que, animado por Arias, armó su propia banda con la que recorre el país desgranando un repertorio de zambas, bailecitos, takiraris y chacareras de raíz jujeña. Apenas sonó su voz en la placita los bailarines no se hicieron de rogar y lo acompañaron durante su momento.
Cuando la tarde se iba muriendo y nadie se movía fue presentado el tucumano Gustavo Guaráz que eligió Humahuaca para vivir en estos últimos años (o quizás fue al revés). Se presentó con una zamba que nació hace dos carnavales dedicada a una bailarina, dos chacareras y no dejaron que se despidiera hasta que hiciera otra zamba tucumana de su autoría: Prendida mi alma. "Vuela, ríe canta, sueña libre como vos / pájaro que al viento enamoró / arranqué una pluma de tu corazón / que arde entre mis manos como mi amor / volaré a tu encuentro en mi canción".
Con Gustavo cerró la chaya de los músicos pero se extendió un rato más entre brindis, abrazos, charlas y promesas de nuevos encuentros hasta que se hizo la noche.
Durante le ceremonia en honor a la Pachamama Tukuta recordó que asistíamos a un tiempo para dar, para borrar los egoísmos, los individualismos, las envidias y abrir el corazón. Y fue justamente eso lo que sucedió en la Plaza Chica de Tilcara. Todo se transformó por unas horas en un espacio comunitario y colectivo, sin retaceos ni mezquindades, un tiempo para dar sin pensar en recibir, puro olor a albahaca. ¡Jallalla!
Desde hace 15 años la Plaza Chica de Tilcara es el lugar en donde un puñado de músicos realiza su propia chaya de instrumentos. La idea nació de la mano de los artistas Saturnino "Tukuta"
Gordillo, que vive frente a la placita; el ya fallecido Miguel Llave, la cantora tucumana Adriana Tula y el guitarrista Peter Wurschmidt, también tucumano, entre otros. Pero también había entre ellos un enamorado de Tilcara que llegó allí en los 80 y construyó su casa. Con los años se convertiría en el silencioso mecenas de este encuentro: el gremialista Carlos West Ocampo, "Carlín" para los de más confianza.
Las primeras chayas fueron bajo los cebiles de la plaza y poco a poco fue creciendo el interés de los músicos. El boca a boca fue fundamental. La noticia de que allí se realizaba una cálida juntada, que se armaban conciertos inolvidables con asistentes que escuchaban en silencio y hasta se prendían con bailar, se extendió de punta a punta de la Quebrada y más allá. Todos querían y quieren estar. Hasta que un día no alcanzaron las sombras de los árboles.
Por esa razón, "Carlín" ofreció a ser el proveedor de corderos para asar en un extremo de la placita y garantizar un equipo de sonido para que los músicos, los vecinos y turistas pudieran disfrutar. Todos pueden servirse una porción con unas mínimas condiciones: llevar sus cubiertos, lo que se va a tomar y que sea para compartir. Este año se realizó otra vez el tradicional encuentro en un clima ideal. Tilcara se encuentra a 2.500 metros sobre el nivel del mar, su clima es seco y hay que protegerse del sol que esta vez no faltó a la cita. Hacia ambos lados se observan montañas en distintos tonos de cepia, incomensurables, eternas.
El homenaje imprescindible
A la juntada musical se le sumó un homenaje a la Pachamama. Como todos los años, Tukuta arrancó con unas palabras, agradeció, pidió a la Madre Tierra y destacó el valor que tiene el Martes de Chaya. "Los medios de comunicación nacionales muestran a todo el país lo que pasa si un semáforo no funciona en Puerto Madero pero ningunea y desconoce lo que está sucediendo ahora aquí, por donde está pasando parte de nuestra historia y que hunde sus raíces en nuestros antiguos. Cuidemos la Tierra que nos pertenece a todos", clamó con una voz que parecía salir desde lo más profundo de su ancho pecho coya.
Después, en parejas, envueltos en aromas de inciensos, se hicieron las ofrendas con agua, vino, coca, frutos y cerveza, mientras algunas ancianas guiaban sobre cómo debía hacerse el ritual. Siempre de a dos, sin sombrero o gorra, con dos manos y en silencio. Mientras esto se realizaba, a unos metros se armó la cola para retirar las porciones de los veinte corderos que se asaron desde temprano, mientras se escuchaban grabaciones de bailecitos, carnavalitos, zambas y chacareras.
Tras saludarnos con el cariño de siempre Peter me dijo "Davido (así me llama siempre), desde este año vos te sentarás en la mesa principal con nosotros y eso te obligará a venir sí o sí cada febrero". Cómo si hiciera falta. Me sonrió, nos abrazamos y unos minutos más tarde ya estaba disfrutando del cordero, las ensaladas criollas, papines y un locoto bien condimentado.
El canto compartido
A eso de la dos de tarde las parrillas se vaciaron y Gordillo tomó el micrófono para anunciar que se abría el equipo de sonido para los cantores y cantoras. Presentó entonces a Adriana Tula y Peter Wurschmidt. "Se emponchan de grises nieblas / los verdes cañaverales / y caminan los caminos / con su escolta de azahares. / Zamba de la luna llena / baila la noche en las calles / con su pañuelo de esquinas / y su ademán de saudades". Cantó Adriana "Zamba de la luna llena" de Atahualpa Yupanqui y todos y todas entramos en clima.
Dos temas más y cerró con "María, María", de Fernando Brand y Milton Nascimento, en homenaje a Lucía, la niña tucumana de 11 años abusada por su padrastro, a la que se le practicó un aborto. Después, las lagrimas se hicieron incontenibles con "La ronda de la sola", de Jorge Bocanera y Pancho Cabral, que cuenta la historia de Olga Aredez, viuda de un intendente de la ciudad de Ledesma, desaparecido durante la última dictadura militar. Tremendo momento.
"Las cuerdas de mi guitarra lloraban / presintiendo tu partida / y en el callejón de Malka lloré / sabiendo que no volverías". Así cantó Tukuta "Zamba para un adiós enTilcara", tras haber interpretado "Bollerita de Tilcara", una zamba que le pertenece. Silencio y aplausos, muchos. Mientras tanto, Rita Segatto era reclamada en todas las mesas y en especial por los y las jóvenes para selfies personales y en grupo. Amable, accedió a cada pedido.
Silvia, Melania y el Coya
También se sumó la voz de Silvia Barrios, ceramista, artista plástica, investigadora y recopiladora de coplas casi perdidas entre las quebradas. Después, fue el turno de alguien que estaba escondida entre las mesas. Es una de las voces más cálidas y exquisitas de la música de raíz folclórica que integró en las décadas del 60 y 70 un mítico grupo de mujeres que marcó un rumbo: Las voces blancas. Melania Pérez, salteña, generó un momento maravilloso con dos canciones y cerró con "Lavanderas de Río Chico", del Cuchi Leguizamón.
"Bajo el puente hay un rumor, / y un humo de poleo / perfuma el aire y el cielo. / La pava bulle feliz / y a la espera de los mates / interrumpen su trajín. (Estribillo) Lavandera, quiero cantarte con mi guitarra, / entregar mi voz / a tu limpio corazón. / Déjame llevar tu ropa / del Río Chico hasta la zamba / donde vivimos los dos".
Hubo pedido de bis y como Melania anunció un tema de don Jaime Torres, en dos segundos se sumó el charanguista Rodolfo "Coya" Ruiz, nacido y criado en Tilcara, discípulo de don Jaime, cuya inocultable influencia no niega, al contrario, se hace cargo y la hace volar con sus inigualables acordes. Fueron minutos de fiesta.
Tukuta destacó que el Coya aún siendo una ineludible referencia mundial del charango, no ha perdido la sencillez de su niñez tilcareña. Contó que lo vio actuar en escenarios extranjeros y también vio al público ponerse de pie para aplaudirlo. Un emocionado Ruiz tomó el micrófono, agradeció y regaló varios temas que despertaron la admiración de quienes lo escuchamos por primera vez en vivo. Conmovedor.
Tomás, José y Fava al atardecer
Entre los presentes un tucumano fue requerido para fotos, mientras algunos artistas se acercaron para saludarlo al la primera vez que participaba de este encuentro. Era Rubén Cruz, poeta, cantante, compositor y autor de varios temas que ya forman parte del cancionero popular argentino.
Acompañado por Peter interpretó la zamba "Regreso del viejo amor" y la chacarera "Agapo" cuya melodía le pertenece y la letra es del taficeño Osvaldo Costello. "Agapo perdió su caja un lunes de carnaval, / ojalita que la encuentra para que pueda cantar..."
Le siguió el inigualable Tomás Lipán, de Purmamarca, con el que todos y todas bailaron ya casi en el atardecer, entre papel picado y talco. Todo se calmó por unos minutos cuando fue el turno de José Simón, de Humahuaca pero afincado en San Salvador de Jujuy, que puso primera cantando La Espejeada: "Imillita de la Puna / con piel de luna cerrada / abrazáme a tus coplitas / abrigáme en tus miradas". Ahí nomás le entró a Jallalla, Jujeñita y Olvídate, entre otros temas. Estuvo acompañado por el charanguista Juan Cruz Torres, hijo de Jaime, el del charango. José es uno de esos cantores que contagia y entusiasma con su potente, limpia voz y ese inexplicable ángel que es fundamental para transmitir emociones. Fiesta.
Antes de terminar se sumó el también jujeño Fava Kindgard y entre ambos interpretaron Jujeñita, un hermoso tema para bailar. Fava impresiona con sus dos metros de altura. Apenas comienza a cantar se nota fuerte que también es así de grande por dentro. Interpretó La vida es ya, Almar, creado junto a Pachi Alderete, y Chacarera para los sueños, nacida de juntadas con Silvio Flores y Alejandro Carabajal. Kindgard forma parte de una nueva camada de artistas esenciales que son la correa de transmisión que llega hasta los jóvenes para que se conozca el canto de los antiguos y los grandes autores populares de los años 80 y 90.
Un dulce y amoroso momento se vivió cuando despacito se acercó al micrófono Mariel Cerezo, quien fue compañera de José María "Coya" Mercado, docente y folclorista, creador de temas imprescindibles del cancionero popular argentino como Soy de la puna, El Aguilareño, Linda purmamarqueñita, Clavelito tilcareño, que narran las vidas de los hombres y las mujeres del norte argentino, en especial, de Jujuy. Mariel cantó en su homenaje y todos cantamos junto a ella.
Becho, desde El Carmen
No quiso faltar tampoco a la fiesta chayera el Becho Riveiro, nacido en El Carmen, que en 2012 se hizo conocido al formar parte de la banda de Bruno Arias, en donde hacía la segunda voz. Desde ese momento no paró de crecer hasta que, animado por Arias, armó su propia banda con la que recorre el país desgranando un repertorio de zambas, bailecitos, takiraris y chacareras de raíz jujeña. Apenas sonó su voz en la placita los bailarines no se hicieron de rogar y lo acompañaron durante su momento.
Cuando la tarde se iba muriendo y nadie se movía fue presentado el tucumano Gustavo Guaráz que eligió Humahuaca para vivir en estos últimos años (o quizás fue al revés). Se presentó con una zamba que nació hace dos carnavales dedicada a una bailarina, dos chacareras y no dejaron que se despidiera hasta que hiciera otra zamba tucumana de su autoría: Prendida mi alma. "Vuela, ríe canta, sueña libre como vos / pájaro que al viento enamoró / arranqué una pluma de tu corazón / que arde entre mis manos como mi amor / volaré a tu encuentro en mi canción".
Con Gustavo cerró la chaya de los músicos pero se extendió un rato más entre brindis, abrazos, charlas y promesas de nuevos encuentros hasta que se hizo la noche.
Durante le ceremonia en honor a la Pachamama Tukuta recordó que asistíamos a un tiempo para dar, para borrar los egoísmos, los individualismos, las envidias y abrir el corazón. Y fue justamente eso lo que sucedió en la Plaza Chica de Tilcara. Todo se transformó por unas horas en un espacio comunitario y colectivo, sin retaceos ni mezquindades, un tiempo para dar sin pensar en recibir, puro olor a albahaca. ¡Jallalla!
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