
Esta mañana tomé un taxi en el centro de San Miguel de Tucumán. Como siempre, lo primero que hago es intentar mantener un diálogo con el chofer y arrojo la primera pregunta: ¿Cómo está el laburo?. Y la respuesta no se hizo esperar: "Regular, hay que salir a buscarlo. Yo debo estar hasta 16 horas en el auto para llevar unos pesos a mi casa y todo se va en comida. En mi casa somos seis y cuatro de mis hijos van a la escuela, toman a diario tres litros de leche y comen más de un kilo de pan. Todos los días hay gastos de escuela, sin contar que seguido debo cambiar la garrafa".
Vuelvo a preguntar: "¿Sos chofer o dueño del auto?. "No, ojalá", me responde. "Soy chofer y por eso debo estar hasta 16 horas por día arriba del auto. No me quejo, al menos tengo laburo. Soy una escoria para el sistema pero al menos tengo este trabajo. Tengo 52 años y ya me consideran un viejo. Es así, me da bronca pero qué se puede hacer... Soy una escoria".
Estas tres últimas palabras quedaron dando vueltas en mi cabeza durante horas.