21 febrero 2007

Generación K: Hacia la construcción de un espacio de cambio.


No hace mucho tiempo, un amigo me preguntó que era eso de Generación K, propuesta política con la que me siento identificado y de la que me siento parte. A modo de respuesta, escribí (estilo discurso) y me salió esto:


Asumiendo que asistimos a un momento histórico para nuestro país, es imprescindible trazar un horizonte ideológico que nos contenga y sirva no sólo para actuar, sino también para saber porqué lo hacemos y hacia dónde vamos.

Qué es la Generación K. Es la cara visible de una etapa que está viendo nacer una fuerza que una gran cantidad de argentinos reclamaba y esperaba, como un instrumento que se constituya en un real instrumento de cambio. Para ello, se deben reconocer algunos principios básicos que son esenciales en esta etapa de consolidación y crecimiento.

Primero. La humildad, que significa que ninguno de los dirigentes del espacio tiene la verdad consagrada o la receta de cómo se construye. Una humildad que signifique la búsqueda de una verdad colectiva construida sin elitismos, ni paternalismos. Sólo así nos constituiremos en lo nuevo y distinto de la política argentina.
El segundo principio, no menos importante, es la tolerancia. Venimos hacia Generación K de historias políticas distintas y esto exige un salto de madurez para escucharnos y respetarnos, para comprendernos y no creer que solamente algunos tienen la verdad definitiva de cómo debe ser este espacio.
El tercer elemento que se debe marcar es la provisoriedad de GK que tiene ambiciones muy fuertes de convertirse en una fuerza nacional. Nadie debe considerarse satisfecho con lo realizado hasta ahora y que apenas alcanza para delinear un perfil propio. Casualmente por ello, es imprescindible que asumamos que el camino será largo, difícil y que no nos podemos exigir, que hay que tener paciencia. En semanas o meses no podremos resolver cuestiones pendientes de un espacio que en Argentina estaba atomizado y fragmentado, pero que nadie puede negar que ya nació y está en marcha.

Con estos tres principios, humildad, tolerancia y ambición de construir con vocación de poder, debemos edificar confianzas, reconstruir solidaridades y enfrentar el desafío para lograr una identidad propia, que está adelante y que el pueblo argentino reclama.

Somos los hijos de una crisis política inédita en nuestro país. Estamos naciendo en medio del pesimismo, el desconcierto y la desconfianza. Y debemos aprovechar esta instancia para dar señales de que estamos siendo lo nuevo. Ya somos. La rueda está en movimiento y debemos dar las señales, dejando de lado los pequeños conflictos. La voluntad de nuestras tradiciones deberá, entonces, estar dirigida a generar un espacio de unidad que esté despojado de las mañas del pasado.

Debemos avanzar en la construcción sin cerrar puertas, al contrario, Generación K debe estar siempre abierta a la incorporación de otras fuerzas. Lo esencial es tener en cuenta algunas ideas, como ser un instrumento efectivo que represente al país saqueado, que fue perdiendo sus espacios de participación democrática. GK debe motorizarse en ese dolor social y no puede detenerse en pequeñeces, porque las urgencias de la sociedad deben obligarnos a ello.

Para ello, hay que ver el país desde todos los ángulos. La gente espera que los nuevos políticos sean la expresión de su voluntad. Y para eso, deben construirse los puentes entre GK y la sociedad. La tarea no es nada fácil. Y por eso, GK no debe cerrarse. Al contrario. Esos puentes deben construirse con humildad, sin dar señales equívocas. Somos el campo popular y no debemos sectorizarnos. Es necesario que la construcción no esté ajena al movimiento social de los distintos ámbitos, como los mundos del trabajo y la cultura.

Debemos aprovechar la crisis del modo tradicional de hacer política. Hay que comprender el tiempo de quienes votaron por el Presidente de la Nación siendo peronistas y quienes no lo son y vieron en Néstor Kirchner la posibilidad de un profundo cambio. Esta coyuntura es clave. Las próximas elecciones serán nuestras si sabemos escuchar a nuestra gente. La urgencia del momento es tomar conciencia de dónde y cómo debemos canalizar nuestros esfuerzos que incluirán, incluso, el cambio de metodologías tradicionales de construcción.

Tenemos que debatir nuestro proyecto en todos los espacios sociales a los que pertenecemos. Es esencial que sintonicemos en los mismos pasos tácticos y estratégicos, en función de la próxima elección. El cambio es posible y se nos está sirviendo en bandeja. Hay que afilar los criterios de construcción. Hay que definir cómo nos paramos frente a una carrera que se nos presenta en inmejorable condiciones. La etapa, además, implicará buscar a los mejores referentes sociales que estén de acuerdo con nosotros, para romper con la antigua burocracia política.

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