Hola. Después de algunos días vuelvo al ciberespacio. Estuve de vacaciones y se entiende, me olvidé de todo y eso incluyó a la web. Pero ya estoy aquí, de nuevo, al pie del cañón.
Entre los días 5 y 12 de febrero estuve en el Cerro de la Cruz, Tafì del Valle, a 2.000 metros de altura. Esta villa veraniega no tiene nada que envidiarle a los mejores lugares para el descanso que tiene nuestro país. El lugar donde estaba nuestra cabaña era sencillamente, privilegiado. Desde allí se podía divisar casi todo el valle. Cada ventanal era una postal distinta.
Cuando nos levantábamos y tomábamos unos mates, casi ni hablábamos, porque la principal preocupación era quedarnos con cada detalle de esas inmensas montañas. Todo disfrutamos, días de sol, nublados, cielo cargado, con llovizna, todo.
Subí al Valle con toda mi familia, solamente faltó mi hija Aimé que el mes próximo cumple 15 años y está entregada a cada detalle de la fiesta que se viene. Fuimos mi amada mujer Claudia, mis amados hijos Malena (10), Lautaro (11), Paloma (13) y Luciano (19), (estos dos últimos hijos de Claudia) y mi querido sobrino Salustiano (7).
Aprovechamos para conocer en detalle El Mollar, El Pinar de los Ciervos (caminos por ese hermoso bosque) y hasta nos animanos a dejar la ruta para trepar una montaña donde el verde reina durante todo el año, desde donde veíamos a los vehículos como si fueran de juguete.
Las noches fueron también bellas porque estuvimos tan cerca de las estrellas que daban ganas de tomarlas con las manos. Paseamos por las calles del centro de Tafí, los chicos despuntaron su vicio en los juegos de video y nosotros comimos de lo mejorcito. Desde deliciosas empanadas, hasta imperdibles humitas y un chivito para chuparse los dedos. Obviamente, tampoco faltó la tradicional cerveza artesanal (unas cuantas jarritas).
Una de las salidas mas emotivas para mí, fue visitar el Parque de los Menhires. Me conmueve saber que estos monolitos fueron tallados por manos de hombres que habitaron esa región hace más de 2.000 años y son una muestra exquisita de un arte y un compromiso con la tierra que aún no pudimos desentrañar. Cada vez que toqué uno de ellos me transmitieron una energía única. Siempre vuelvo allí.
Dos noches antes del retorno subieron Verónica y Gustavo (padres de Salustiano), Patricia y Willy (amigos míos). Con ellos cenamos en La Guadalupe una hostería buenísima. Tomamos unos cuantos fernets (hasta que lo acabamos) luego un exquisito Gancia para asentarlo. Como antes había tomado dos pastillitas, un protector hepático y otra para el dolor de cabeza, al día siguiente estuve como nuevo. Claro, tampoco faltó tiempo para visitar el último día el bar El Blanquito, donde nos dimos una panzada con las tortas de La Quebradita. Impresionantes. Eso sí, a la noche no cenamos porque no nos entreba nada.
En fin, entre caminatas, buena comida, tiempo para el relajo absoluto y una que otra salida en mi bicicleta querida -la que me llevó a hermosos paisajes- pasamos días inolvidables. Les muestro una foto para que sepan de qué les hablo.
Recomendación: Visiten Tafí del Valle. Está a una hora y media de San Miguel de Tucumán y seguramente querrán volver.
Foto (sacada con celular): El chango de rulos que aparece en primer plano es Luciano, yo estoy de gorra negra haciendo de fisiculturista, detrás mío Claudia. A su lado Paloma y abajo Malena, Salustiano y Lautaro. Al fondo se ve Tafí del Valle
2 comentarios:
Muy bueno tu Blog Daniel, que lindo Tafí!!!.
Fijate que tenes los comentarios configurados de forma que solo pueden acceder quienes tienen una cuenta en Blogger o Gmail.
Te recomiendo leer: http://blogdetutores.blogspot.com/2007/02/los-comentarios-una-de-las.html
Un abrazo y éxitos
Seba Lorenzo
Daniel le made en vez de David!!!! DAVID, DAVID DAVID !!!!!
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