
no respeta nada.
Ni padre ni madre.
Cuando llega
de cualquiera de sus abismos
desconoce el Estado y la Sociedad Civil
infringe el Código de Aguas
relincha
como puta
nueva
frente al Palacio de la Alvorada.
Y sólo después
reconsidera: besa
en los ojos de los que ganan mal
acuna en brazos
a los que tienen sed de felicidad
y de justicia.
Y promete incendiar el país.
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